Estuvimos ensayando todo el día, soñando con los ojos abiertos. Las tardes que pasamos en el campo de futbol, el día que corrimos en la carrera de la escuela. El día que te graduaste seguro te la pasaste bien, tenías a una amiga que se vestía igual que tú. Quizá en ese entonces no supe distinguir bien del querer de lo que es amar, pero cuando se es joven todo es amor de verdad. Algunas veces, en las tardes soleadas como ésta, con el sonido del carrito de helados a la distancia, con el sol cayendo en el pasto de la entrada, del atardecer en la azotea, cuando tienes todo el tiempo del mundo para desperdiciarlo, te tomas un tiempo para acordarte de la niña que te gusta de la escuela. La que viste muchas veces en la hora del recreo. Cuando fue el baile de la escuela y tú sin más que la ropa usada que no habla muy bien de ti. Qué importa, cuando ella salga tal vez no la vuelvas a ver, o tal vez sí, algún día, en la noche, vendiendo hamburguesas cuando regreses de la preparatoria, o caminando en la calle llevando a su hermanito menor de regreso de la primaria, que hoy seguramente ya habrá terminado la universidad. tan breve es la vida, como la tarde en la que estuvimos todo el día, ensayando, en las canchas, en una tarde como estas, donde el sol cae, y calienta el pasto de la acera, como la azotea, donde estás seguramente, sentado, mirando el cielo; pensando en ella.
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